miércoles, 18 de abril de 2012

Reseñas Libros "la materia flamenca"













Reseñas libros “la materia flamenca”
“Flamencos de Gañanía”:

  -Este estudio supone una aproximación razonable a un tema complejo y extenso que se puede adscribir al ámbito de disciplinas como la antropología, la historia o la flamencología. La descripción de una realidad histórica en su forma primigenia extinta y que puede parecer anacrónica ahora, pero no hace demasiado tiempo común a muchos de los habitantes de las tierras del bajo Guadalquivir (1),  subsistiendo tan sólo en las costumbres, y sobre todo en los recuerdos de unos pocos supervivientes, unas gentes singulares que la vivieron de primera mano, sufrieron y disfrutaron en propia carne. Un viaje retrospectivo a una época en la que el tiempo se medía a ritmo de las labores agrícolas, la siembra y la cosecha. Al paisaje de los grandes cortijos históricos que ocupaban inmensas parcelas de terreno entre dos provincias, el de los ranchos y el de sus gañanías, enclavados en la campiña jerezana o sevillana, un hinterland cuyo corazón más anímico que físico se encontraba equidistante entre dos de los tres vértices de un triángulo que no por casualidad se corresponde con la que se considera cuna del cante jondo (el denominado “Triángulo Dorado del Cante”). Poblaciones emblemáticas para el flamenco como Jerez, Lebrija, Utrera… constituyen las referencias urbanas que servían de cuarteles de invierno a las familias en gran medida de raigambre gitana que se desplazaban a los campos, coexistiendo estrechamente entre sí y con otros contingentes llegados de otros lares, creando lazos de empatía y permitiendo el intercambio de ideas y costumbres, de tal guisa, que muchos cantes y sobre todo romances se recogieron y transmitieron en tan singular marco, o desde aquí se difunden más allá de las fronteras naturales de esta comarca,  en un continuo trajinar de ida y vuelta.

 La neoyorquina Estela Zatania, guitarrista, cantaora, articulista y autora de esta obra, con esta particular mirada al flamenco en los cortijos históricos del bajo Guadalquivir”, no sólo introduce al lector foráneo en esta etapa de la génesis del flamenco, de transcendental importancia a la hora de comprender la estructura genético-familiar de una parte importante de sus artífices. Además el libro como herramienta útil, sirve de vehículo complementario a la transmisión de forma oral, al fijar los recuerdos en palabras impresas, poniendo en contacto, en cierta medida, también en comunicación a la generación autóctona heredera directa de este pasado reciente, con el microcosmos que sus más mayores habitaron.

 El contenido del libro parece estar estructurado de forma que sus diferentes apartados, por así decirlo, convergen en torno a los testimonios de algunas de las personas que compartieron esta forma de vida, y ofrece una introducción al contexto histórico donde se desarrolló. Amén de esto lo completa a modo de ejemplos e ilustraciones de lo descrito en su texto principal, un amplio repertorio de letras de canciones y versos de una poesía vivida, descriptiva de la existencia e interrelación en el cortijo, en todos sus aspectos cotidianos, en lo personal y en lo comunal. Así como una acertada selección de fotografías apropiada para   la ocasión (2), que retrata como nada lo descrito con palabras.

 Desde que Ediciones Giralda publicara este libro en 2007, ha cosechado tantos elogios, como críticas. Al margen de que su posible calidad en la factura, en aspectos literarios o en contenidos científicos, como objetivos divulgativos cumplidos, siempre susceptible de ser cuestionada tanto por la opinión de sus lectores, como por la de la profesión, y sobre todo, la de sus protagonistas aún presentes, quizás la más válida, se corresponda o no con el resultado. Por otra parte como alguien en su día señaló, estaría el evidente hecho circunstancial de que su autora haya nacido en la Gran Manzana, pero resulta ridículo el considerar esto como determinante para imposibilitar una buena labor al respecto, como lo sería el que se realice un buen trabajo por haber nacido en algunos de los barrios emblemáticos para el flamenco de las ciudades del mediodía andaluz (léase como ejemplo Triana en Sevilla o Santiago y San Miguel para Jerez de la Frontera); otra cuestión diferente a considerar sería la sensibilidad y el respeto hacia las raíces de este arte, y para con la cultura y sociedad del que surge, que sí podría serlo y que la autora en todo momento parece reverenciar.  Ningún trabajo en este sentido estará, dependiendo de las circunstancias y del momento, exento de convertirse en blanco de un tipo de distanciamiento empecinado, comprensible y útil como mecanismo de protección ante la mala praxis profesional, así como resulta otras, ridículo y sobredimensionado; reacción bastante común por estos pagos a la incursión ajena en cotos considerados como privados en lo tocante a un  flamenco de connotaciones más herméticas, las cuales, todo hay que decirlo, han adolecido en más que suficientes casos de la profesionalidad que la cuestión requería, contribuyendo a esta percepción. Empero no es el caso, ni escusa válida a aplicar a la obra aquí reseñada; de auténtico trabajo de campo lo clasifica en el prólogo el reconocido flamencólogo José Manuel Gamboa.

 Al margen de polémicas y opiniones en uno u otro sentido, lo innegable, es que este trabajo de investigación no ha pasado desapercibido, y se ha convertido por derecho propio en todo un clásico de la flamencología moderna y en referente bastante popular entre los asiduos a estas lecturas.




 Cuadrilla de trabajadores de la campiña jerezana de primera mitad del siglo XX, en la que aparece junto a sus compañeros de faena una joven Josefa Valencia Jiménez (según creen reconocerla diferentes miembros de la familia Valencia de Jerez), algunos identificados tal y como se especifica en el pie de la foto publicada en “Flamencos de Gañanía” y al que cabria añadir su nombre si así se confirmara. Archivo fotográfico de la familia de Manuel Fernández Molina, Parrilla de Jerez.




 Josefa Valencia Jiménez, Tía Pepa, más de medio siglo después. Fotografía perteneciente al archivo de Flamencos de Tombuctú, tomada por Jesús Taboada Camacho en 2004 para un trabajo antropológico.













Notas:
(1)    -En palabras de su autora este trabajo busca como “… objetivo principal… dejar constancia fidedigna de la realidad de la vida en los cortijos históricos de la campiña entre Jerez y el norte de Lebrija, casi llegando a Utrera, ... “ .
(2)     -Cabe dejar constancia a título personal, de que en una de estas antiguas fotografías (concretamente en la que se sitúa en la parte superior de la página 87) aparece la abuela del que esto escribe, Josefa Valencia Jiménez, según testimonios de diferentes miembros de la familia Valencia de Jerez de la Frontera que creen reconocerla, la cual nos permitimos el incluir aquí junto a otra más reciente, sirva como humilde contribución para poner rostro a alguno de los anónimos protagonistas de esta historia.